Hoy en día, quince años después de la Guerra del Usurpador, nueve años tras la Rebelión de los Greyjoy, y doscientos ochenta y cuatro años desde el Desembarco de Aegon, parece que los Siete Reinos están en paz. En el Norte, los Stark poseen un amplio territorio, más grande que todos los demás reinos juntos. Por honor, Eddard Stark se casó con la prometida de su difunto hermano, Catelyn Tully, que le ha dado tres hijos, Robb, Bran y Rickon, así como dos hijas, Arya y Sansa. Para el asombro de Catelyn, sin embargo, Eddard ha permitido a su hijo bastardo, Jon Nieve, vivir en Invernalia como sirviente.
En el sur, el resto de tierras se mantienen en paz y prósperas en manos de los señores rebeldes y sus aliados. En otros lugares, Balon Greyjoy sigue conspirando para destronar al rey Robert, y los dornienses siguen viviendo a su manera, formando parte de los Siete Reinos tan sólo de palabra. Lord Tywin Lannister vive seguro en Roca Casterly, pero ha demostrado ser un maestro de la política y la estrategia. Pocos esperan que se quede al margen del Juego de Tronos.
Aparentemente todo está tranquilo. Pero se habla de los importantes cambios que están por venir. El rey Robert sigue con su vida de indulgencia hedonista, más gordo y amargado con cada año que pasa. Todos saben que su mujer, Cersei, lo desprecia y pasa más tiempo con su galante hermano Jaime Lannister que con su marido. Los hijos del Rey, los príncipes Joffrey y Tommen, y la princesa Myrcella, se parecen más a su rubia madre Lannister que a su oscuro padre Baratheon. En Rocadragón, Stannis Baratheon se tortura pensando por qué su hermano Renly parece tener el favor de Robert mientras él no.
Desde tierras lejanas llegan historias de sucesos extraños y augurios aterradores, si bien a menudo exagerados. El largo verano toca a su fin y con él, dicen los maestres, llegará un largo invierno cuya ferocidad será recordada. En el Norte hay rumores de gigantes y ominosos indicios de que los Otros han empezado a moverse de nuevo, sirviéndose de los muertos andantes, fríos como el hielo. Al otro lado del mar Angosto se susurra que el príncipe perdido Viserys está reclutando un ejército de feroces bárbaros con la intención de volver a Desembarco del Rey y tomar por la fuerza el Trono de Hierro.
Los adivinos y los sacerdotes de todos los credos anuncian que el verano ha llegado a su fin. Nadie sabe cómo afectará el inminente invierno a los Siete Reinos, pero todo parece estar preparado para un final sangriento, que volverá a traer la ruina a unas tierras de Poniente ya de por sí agotadas por las guerras.
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