Antes de que Bran el Constructor levantara el Muro no existía ninguna división entre las tierras civilizadas y las salvajes, simplemente todo formaba parte del Norte. Se sabe poco de la época anterior, pero se dice que esta zona estaba habitada, al igual que en la actualidad, por sociedades tribales, guerreros y nómadas. Estos pueblos tenían una relación cercana con los hijos del bosque y, al igual que otras gentes de la región, adoptaron muchas de sus tradiciones y costumbres una vez los conflictos iniciales hubieron cesado. Sin embargo, tras el fin de la Batalla por el Amanecer y la construcción de la gigantesca estructura, aquellos que sobrevivieron la Larga Noche se vieron abandonados a su suerte, separados de los habitantes al sur de la imponente barrera. Nadie puede decir si se quedaron en el Norte por elección propia o por obligación, pero el hecho es que se estaban allí, y eso les salvo de la invasión ándala primero y de la conquista Targaryen después.
El aislamiento que sufrieron con respecto al desarrollo en el resto de Poniente les concedió a los salvajes su independencia, ya que siguieron siendo gentes libres, sin nobles, reyes, leyes o conquistas de hombres ambiciosos. A cambio de esta libertad, sin embargo, les faltaba la protección que proporcionaban los Siete Reinos, teniendo que defenderse por su cuenta. Además, la mayoría de las tribus nunca lograron grandes avances tecnológicos, así que mientras que los hermanos negros los repelen con ballestas y armas de hierro, la mayoría de los guerreros salvajes siguen usando armas hechas de piedra, madera y bronce.
Fueron evolucionando en agrupaciones pequeñas, cada una con sus propias costumbres y peculiaridades. Algunas tienen cabecillas, y otras están en constante conflicto, luchando entre ellos y con los demás clanes. Periódicamente, dejan de lado sus diferencias, uniéndose bajo un sólo líder, una figura conocida como el Rey-más-allá-del-Muro, a pesar de que los salvajes no suelen usar ese título ni reconocer al líder como monarca.
Cuando no están en guerra, sus relaciones con la Guardia de la Noche se asemejan a un armisticio. Cuando las tribus más belicosas se retiran a las tierras del norte, los salvajes más pacíficos suelen comerciar con los hermanos negros, intercambiar información, o incluso sirviendo como guías. La Guardia y las gentes libres han llegado incluso a unir fuerzas para luchar contra un enemigo común, como cuando el Rey-másallá- del-Muro Joramun se alió con los hermanos negros para derrotar al maligno Rey de la Noche, hace más de mil años. En general, sin embargo, en el Lejano Norte existe en un continuo estado de guerra de baja intensidad.
Cultura
En muchos aspectos, las tierras más allá del Muro son el único baluarte de la verdadera libertad en todo Poniente. Aquí un hombre o una mujer pueden hacer lo que quiera, sin ningún tipo de obligación hacia un señor o rey. Un salvaje puede elegir a quién servir, dónde vivir, o con quién casarse. Por eso se denominan con orgullo a sí mismos “el pueblo libre”.
Sin embargo, hay un precio. Esta es una tierra dura, y un individuo tiene pocas posibilidades de sobrevivir por sí solo. La mayoría de los salvajes pertenecen a un clan o un pueblo, y ofrecen servicios a los demás a cambio de compañía y protección. No obstante, en la región se pronuncian pocos juramentos de lealtad, por lo que una persona a la que no le guste el jefe de su clan o su situación, es libre de marcharse y probar suerte en otro lugar. El problema es que los individuos que se mueven de clan en clan no suelen ser considerados como dignos de confianza, y es un estilo de vida más bien peligroso. Aquellos que son excepcionalmente duros pueden sobrevivir solos, o en pequeños grupos de bandidos, pero es, cuando menos, un gran desafío que sólo está al alcance de los más fuertes y hábiles de entre los pueblos libres.
Un salvaje también debe aprender a luchar o, por lo menos, debe aliarse con alguien que sepa hacerlo, ya que la violencia es aquí algo habitual. Si su vida no se ve amenazada por clanes rivales o miembros de su propio grupo, puede peligrar a causa de los elementos, los animales salvajes, o las temibles criaturas del Lejano Norte. Los bárbaros se agrupan por necesidad, aunque su naturaleza independiente hace que sea muy difícil lograr algo de forma coordinada. Tan sólo alcanzan acuerdos cuando actúan bajo las órdenes de un Rey-más-allá-del-Muro, e incluso así son limitados.
Los salvajes están divididos en numerosos clanes, cada uno con sus líderes y tradiciones. Algunos vienen de lejanos pagos, sobreviviendo en los límites de las Tierras del Eterno Invierno, mientras que otros viven en el Bosque Encantado, y otros lo hacen en los valles ocultos y las cavernas subterráneas de Colmillos Helados. Los hombres de la Costa Helada cabalgan en carros fabricados con huesos de morsa y tirados por mortíferos perros; los clanes de los ríos helados son caníbales; los habitantes de las cavernas se pintan la cara de azul, morado y verde, y los hombres de Pies de Cuerno tienen los pies duros como el cuero. Los más conocidos de entre estos son los Thenn, que viven al norte de Colmillos Helados. Estos hombres sirven a un cacique llamado Magnar, pero al igual que el resto de salvajes, lo hacen por iniciativa propia, y son libres de marcharse y buscar a otro a quien servir si así lo desean. Están mejor organizados y pertrechados que el resto, y luchan con armas y armaduras de bronce.
En las tierras del pueblo libre no hay ley ni derecho de propiedad. Un salvaje toma lo que puede y conserva aquello que es capaz de defender, incluso a su familia, ya que se espera que un varón rapte a su futura mujer, de la misma forma que ésta debe resistirse todo lo posible. Aunque esta práctica es muy distinta al amor cortés idealizado en Poniente y pueda parecer una pérdida de tiempo, sirve para mostrar la fuerza y la determinación del hombre, y establecer la independencia y la capacidad para defenderse a sí misma de la mujer.
Siguiendo el espíritu independiente de este pueblo, las féminas pueden tomar las armas y luchar junto a los hombres. Son conocidas como las mujeres de acero, y se sabe que son tan feroces y diestras como los compañeros junto a los que pelean.
La libertad de los salvajes también tiene un lado oscuro ya que, al carecer de leyes, los fuertes pueden hacer lo que quieran, tomar lo que les apetezca, y matar o abusar de quien deseen. Su descontrol les permite dedicarse a prácticas despreciables como la esclavitud, el canibalismo o la tortura. Los maestres y otros estudiosos del sur suelen utilizar tales datos para defender la jerarquizada vida de Poniente: tan sólo obedeciendo la ley de los señores, los reyes y los dioses pueden los hombres evitar convertirse en bestias.
Peligros del Lejano Norte
El clima y el mortífero terreno no son los únicos peligros a los que debe enfrentarse quien visite el Lejano Norte. Los salvajes protegen su libertad con celo, así que cualquiera que vista el negro se enfrentará a la captura y la tortura hasta la muerte si es descubierto. Aunque en muy raras ocasiones un miembro de la Guardia es canjeado por un rescate o por prisioneros enemigos, es mucho más frecuente que el desafortunado hombre sea entregado a las mujeres o a los torturadores del clan, para le hagan sufrir durante horas o días, antes de acabar con su miseria. Un hermano puede salvarse si renuncia a sus votos y se une a los salvajes; el actual Rey-más-allá-del-Muro es un ejemplo de ello.
Algunos de los habitantes tienen extrañas habilidades, muchas de las cuales desafían la razón y la lógica de los maestres, y se adentran en el reino de lo sobrenatural. Los más conocidos son los cambiapieles, que utilizan el cuerpo de los animales, luchando contra sus enemigos como lobos, u observándolos en forma de águila. Las leyendas dicen que también tienen poderosos chamanes, brujos y verdevidentes, que conservan algunos de los secretos que les enseñaron los hijos del bosque, y que pueden lanzan antiguos y letales conjuros.
No obstante, el peligro que suponen los salvajes palidece al compararlo con los habitantes más terroríficos de la región. Muchos sureños consideran que los gigantes son un mito o, por lo menos, creen que el último de ellos murió hace siglos. Sin embargo, al otro lado del Muro están mejor informados, ya que mantienen una buena relación con estas descomunales reliquias de épocas pasadas. Los gigantes todavía caminan por los helados senderos del Bosque Encantado y los pasos de Colmillos Helados, a menudo a lomos de imponentes mamuts, otra criatura legendaria que aún sobrevive en la naturaleza helada. Los salvajes creen que Joramun, el Rey-más-allá-del-Muro, despertó a estos titanes de su profundo sueño cuando hizo sonar el mágico Cuerno del Invierno.
Y existen aún más peligros, ya que se cree que las Tierras del Eterno Invierno son el hogar de los caminantes blancos, también conocidos como los Otros. Ni siquiera los salvajes saben qué son estos demonios de hielo, pero les temen igualmente. Aunque no se ha visto a estas criaturas en siglos, han llegado rumores desde el Lejano Norte, e incluso los guerreros más valientes han empezado a pensar que es mejor intentar cruzar el Muro, antes que acabar en manos de esto crueles depredadores del frío invierno.
El Rey-más-allá-del-Muro
Un puñado de ellos ha estado cerca de llevar a cabo un ataque con éxito sobre las tierras del sur, y todavía se los recuerda en las canciones y las historias. Arson Hachadehielo fue uno de los pocos que intentó excavar un túnel bajo el Muro. Por desgracia para él, los hermanos negros lo descubrieron y soterraron al desafortunado salvaje dentro. Se dice que todavía se le puede oír, a él y a sus hombres, cavando incesantemente a través del hielo.
Los salvajes todavía cantan canciones sobre Bael el Bardo, un conocido bardo, saqueador y seductor, que solía cabalgar hasta el sur, e incluso dejó embarazada a una Stark. Su bastardo creció, y acabó matando a su propio padre, lanzando una terrible maldición sobre los Stark por asesinar a los de su sangre que todavía hoy persiste, o por lo menos, eso dicen en estas tierras.
Hace tres mil años, los hermanos Reyes-más-allá-del-Muro, Gendel y Gorne, condujeron a su ejército a través de un laberinto de túneles bajo las colinas al norte del Muro, tan sólo para acabar en guerra con los Stark, los Umber y los hombres de la Guardia de la Noche. Los salvajes dijeron que Gorne había sido asesinado, y Gendel llevó a su ejército de vuelta a los subterráneos, pero se perdieron al no tener a su hermano para guiarlos. La historia cuenta que los descendientes del superviviente todavía habitan en las cuevas, buscando cómo escapar, y devorando a cualquier infortunado que se encuentre con ellos.
Raymun Barbarroja llegó a conducir a su pueblo al otro lado del Muro hace ciento cincuenta años, tras conseguir escalarlo bajo las mismas narices del Lord Comandante, al que, por ello, hoy en día todavía se conoce como Jack el Dormilón. Sin embargo, incluso Raymun fracasó cuando se enfrentó a lord Willam Stark y Harmond Umber en las costas de Lago Largo. Alertado del peligro, Jack el Dormilón condujo a los hermanos negros hacia el sur, pero llegó demasiado tarde para ayudar. Lord Willam había muerto, dejando la casa Stark a su hermano Artos, quien puso a la retrasada Guardia de la Noche a enterrar a los muertos.
Reyes-más-allá-del-Muro:
- Raymun Barbarroja, gobernó hace 150 años apróximadamente.
- Bael el Bardo, vivió probablemente hace más de 1000 años.
- Gendel y Gorne, hermanos que fueron reyes simultáneos hace 3000 años apróximadamente.
- El Rey Astado.
- Joramun, contemporáneo del Rey de la Noche, el décimo tercero Lord Comandante de la Guardia de la Noche. Junto al Rey de Invierno derrotó al Rey de la Noche. Otra historia narra como encontró el Cuerno del Invierno y despertó a los Gigantes con él.
- Mance Rayder
Nacido salvaje, el hombre que sería conocido como Mance Rayder fue acogido por la Guardia y criado como uno de ellos, distinguiéndose por ser un hábil explorador y un guerrero valiente. Su vida cambió cuando fue herido durante una ronda y una mujer salvaje se lo llevó y curó. Cuando regresó al Muro, Mance trajo consigo su capa negra remendada con tela roja. Al ordenarle sus superiores que cambiara la capa recosida por otra negra, se dio cuenta de que la verdadera libertad estaba en el Norte, con su gente. Aquella noche rompió su juramento y huyó, para nunca volver como un hermano negro. No pasó mucho tiempo antes de que su talento y carisma le dieran renombre más allá del Muro. Adoptó el apellido “Rayder” (utilizado normalmente por traidores de la Guardia de la Noche), y fue destacando hasta que pudo proclamarse Rey-más-allá-del-Muro.
Es un hombre extraordinario, con habilidad para las armas, y con el carisma necesario para unir a los clanes y los pueblos rivales del Lejano Norte en una única alianza, aunque sea caótica. Combina una aguda inteligencia y una actitud diplomática con la fuerza necesaria para mantener el respeto de los demás salvajes, además de tener la voluntad de reducir a los disidentes entre los pueblos libres. Les ha dicho que pretende conducirles a salvo al sur, dejando los peligros propios de sus tierras y la amenaza de los caminantes blancos tras ellos, y muchos salvajes le han tomado la palabra.
Mediocre es probablemente la mejor manera de describir a Mance: es un hombre de mediana edad que viste sin ornamentos. Su única peculiaridad es su insistencia en llevar su capa remendada de rojo. La verdadera fuerza de su carácter y su carisma son evidentes en su mirada firme de ojos vivos, que parecen mirar directamente al corazón de quien se encuentran.
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