• Korewa zombie desuka
Poniente, un lugar donde los veranos pueden durar años y los inviernos toda una vida. Un mundo frágil; donde la magia y fuerzas antiguas se revuelven en el mundo conocido y en las tierras del frío eterno Más allá del Muro. Se acerca el invierno y trae helados vientos de guerra.

La Larga Noche

Tras el Pacto, los primeros hombres forjaron sus reinos preocupados solamente por lidiar con sus enemistades y sus guerras, o eso cuentan las historias. Esas mismas historias hablan de la Larga Noche, un invierno que duró una generación en la que nacieron niños, crecíeron hasta llegar a la adultez, y en muchos casos, murieron sin llegar a ver la primavera. De hecho, algunos de los cuentos más antiguos dicen que nunca llegaron a ver la luz del día, así de terrible fue el invierno que cayó sobre el mundo. No es más que una suposición, pero parece cierto que hace miles de años se produjo un tipo de cataclismo. Lomas Pasolargo, en sus “Maravillas creadas por el Hombre”, relata que conoció descendientes de los rhoynar en las ruinas de Chroyane, la Ciudad Festiva, quienes le contaron historias sobre una profunda oscuridad que hizo que el Rhoyne se mermara y despareciera: sus aguas se congelaron hasta la confluencia del Selhoru, más al sur. Según estos relatos el sol tan sólo regresó cuando un héroe convenció a los muchos hijos de la madre Rhoyne (dioses menores como el Rey Cangrejo y el Viejo Hombre del Rio) de que dejaran de lado sus disputas y se unieran para entonar un canto secreto que traería de vuelta el día.

También está escrito que existen anales en Asshai sobre tal oscuridad, y sobre un héroe que la combatió usando una espada roja. Se dice que sus hazañas tuvieron lugar antes del auge de Valyria, en la temprana época cuando el Viejo Ghis forjaba su imperio. Esta leyenda se ha extendido al oeste de Asshai, y los creyentes de R’hllor afirman que este héroe se llamaba Azor Ahai, y profetizan su regreso. En el “Compendio del Jade”, Colloquo Votar relata una curiosa leyenda de Yi Ti, la cual establece que el sol ocultó su rostro del mundo durante una generación, apenado por algo que nadie pudo descubrir, y que ese desastre seevitó gracias a las hazañas de una mujer con cola de mono.

A pesar de que durante mucho tiempo la Ciudadela ha buscado aprender la manera de predecir la duración y el cambio de las estaciones, todos sus esfuerzos han resultado en vano. El septon Barth parece argumentar, en un tratado fragmentario, que la inconstancia de las estaciones tenía más que ver con las artes mágicas que con el conocimiento. “La Medición de los Días” del maestre Nicol, parece influenciado por este argumento. Basado en su estudio sobre el movimiento de las estrellas en el firmamento, Nicol sostiene de forma muy convincente que las estaciones podrían haber tenido, en el pasado, una duración regular, determinada únicamente por la forma en la cual el mundo se posiciona respecto al sol en su curso celestial. La idea que subyace a este planteamiento parece bastante lógica, esto es, que un patrón más constante en el alargamiento y acortamiento de los días habría supuesto estaciones más regulares. Por desgracia, no logró encontrar más pruebas de ello que las leyendas más antiguas.

Los Otros montando en arañas de hielo y
caballos muertos by Marc Simonetti©
En un invierno tal letal como el que cuentan las historias, la penuria debió ser atroz. Durante los inviernos más duros es costumbre entre los norteños que los ancianos y los enfermos digan que van a salir de caza, sabiendo muy bien que nunca regresaran, pero dejando así un poco más de comida para aquellos con más probabilidades de sobrevivir. Sin duda esta práctica fue común durante la Larga Noche.

Sin embargo existen otros cuentos, más difíciles de creer, pero más relevantes para las antiguas historias, sobre criaturas conocidas como los Otros. Según los relatos, procedían de las congeladas Tierras del Eterno Invierno, y llebavan consigo el frío y la oscuridad para tratar de extinguir toda luz y calor. Las leyendas cuentan que montaban a lomos de monstruosas arañas de hielo y de los caballos de los muertos, resucitados para servirles, igual que resucitaban a los hombres muertos para que lucharan junto a ellos.


El cómo llegó a su fin la Larga Noche es mera leyenda, como tantas otras cuestiones del pasado lejano. En el Norte hablan de un último héroe que buscó la ayuda de los hijos del bosque. Sus compañeros lo abandonaron o murieron uno tras otro mientras se enfrentaban a gigantes hambrientos, a siervos del frío e incluso a los mismos Otros. Al final sólo él llegó hasta los hijos, a pesar de que los caminantes blancos hicieron lo posible para impedírselo, y todos los relatos coinciden en que este momento fue decisivo.

Gracias a los hijos, los primeros hombres de la Guardia de la Noche se unieron para librar, y ganar, la Batalla por el Amanecer: la última batalla que acabó con el interminable invierno y obligó a los Otros a huir al norte helado. Hoy en día, seis mil años después (u ocho mil como afrima la “Historia Verdadera”), el Muro, construido para defender los reinos de los hombres, contunúa protegido por los hermanos juramentados de la Guardia de la Noche, y no queda rastro de los Otros ni de los hijos del bosque desde hace siglos.

La obra "Mentiras de los Antiguos” del Archimaestre Fomas, poco creible por sus afirmaciones erróneas sobre la fundación de Valyria y de ciertos linajes del Dominio y las Tierras de Occidente, considera la prosibilidad que los Otros no fueron más que una tribu de Primeros Hombres, ancestros de los salvajes, que se habían establecido en el lejano norte. La Larga Noche obligó a esos primeros salvajes a dirigirse hacia el sur. Según Fomas, no se conviertieron en seres monstruosos hasta relatos posteriores, lo que refleja el deseo de la Guardia de la Noche y los Stark de ganarse una imagen más heroica como salvadores de la humanidad, y no solo como vencedores de una lucha sobre el dominio de sus tierras.

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