• Korewa zombie desuka
Poniente, un lugar donde los veranos pueden durar años y los inviernos toda una vida. Un mundo frágil; donde la magia y fuerzas antiguas se revuelven en el mundo conocido y en las tierras del frío eterno Más allá del Muro. Se acerca el invierno y trae helados vientos de guerra.

La Geografía en el Norte


Las tierras conocidas como el Norte componen el más grande de los Siete Reinos, con una superficie tan grande como la de los otros seis reinos juntos. Es un territorio escasamente poblado, salpicado de diminutos pueblos y torreones que, en su mayor parte, conserva el mismo aspecto que tenía cuando los primeros hombres cruzaron el mar Angosto. Técnicamente, el Norte comienza en el Foso Cailin, al norte del Cuello y, a partir de ahí, abarca los arbustos y los pantanos del Cuello, los Túmulos y el Bosque de los Lobos, y continúa hacia arriba hasta las praderas conocidas como el Nuevo Agasajo, a unas cien leguas al sur del Muro.

El Norte estás formado por montañas, colinas, amplios bosques, llanuras barridas por el viento, arbustos, fango, y todo tipo de paisajes intermedios.

Agasajo de Brandom
Es una zona al sur del Muro, de unas cincuenta leguas de praderas y pastos, que Brandon el Constructor legó a la Guardia de la Noche para que pudieran mantenerse mientras llevaban a cabo su misión.

Bosque de los Lobos
El Bosque de los Lobos es el más grande de todo Poniente. Antiguo y misterioso, cubre una cuarta parte de la región. Su espesura de árboles centinelas y pinos resulta un lugar oscuro y lúgubre. A medida que se extiende hacia el norte, los pinos dan paso a los robles y los espinos que crecen por las colinas pedregosas en las que se pueden ver las canteras y minas que proveen de piedra y hierro a Invernalia y a otras comunidades cercanas. El Bosquespeso queda lejos al oeste, y son pocos los que viven allí, si es que alguien lo hace. Todo esto confiere al Bosque de los Lobos un aspecto siniestro, aunque no está totalmente deshabitado, ya que existen pequeñas comunidades de cazadores, campesinos y leñadores que prosperan en la espesura, e incluso hay unos pocos señores con tierras.

Costa Pedregosa
Es una costa estéril que marca el borde occidental de los Riachuelos. Es hogar de unas cuantas aldeas de pescadores.

Las Colinas Solitarias
Esta pequeña cadena de colinas queda al suroeste del río Último, y forma el límite oriental del Bosque de los Lobos.

Las Montañas del Oeste
Al oeste y al norte de Invernalia, la tierra se agita y se arruga, ganando altura según se acercan las montañas. Las colinas de esta zona están formadas principalmente de sílex, y en muchas existen atalayas usadas por los clanes de las montañas para vigilar a los salvajes y a los hombres del Hierro. Hacia el oeste, las suaves elevaciones dan paso a altos montes, que se extienden hasta llegar al Bosque de los Lobos por el sur, y más allá del Muro por el norte.

Las Tierras Bajas del Este
Al norte de Invernalia, la tierra se aplana mientras se avanza hacia el este. Estas llanuras, atravesadas por ríos estrechos vadeados por puentes de piedra, están despobladas salvo por unas pocas granjas y algunos campamentos fortificados. Las granjas que existen están construidas alrededor de una única fortaleza que, la mayoría de las veces, consiste en una pequeña torre rodeada por una empalizada de madera.

Los Riachuelos
Al oeste de los Túmulos se encuentra la accidentada región de los Riachuelos, que se extiende llegando casi hasta Costa Pedregosa por el oeste, y alcanzando la Bahía Aguarrespladenciente por el sur.

Los Túmulos
Se trata de una extensión de terreno al norte del Bosque de los Lobos, al este de Cuchillo Blanco, al sur del Cuello y al oeste de los Riachuelos. La región toma su nombre de los numerosos túmulos que salpican la zona y que, se dice, contienen los restos de los primeros hombres.

Nuevo Agasajo
Tras visitar a la Guardia de la Noche hace siglos, la Reina Bondadosa Alysanne quedó tan impresionada por la tarea a la que se enfrentaban los hermanos negros, que duplicó el tamaño del Agasajo de Brandon. Estas tierras se conocen como el nuevo agasajo.

Punta Dragón Marino
Punta Dragón Marino se adentra en el mar desde el continente, y marca el límite occidental de la Bahía de Hielo.

LAS ISLAS

Existe gran cantidad de islas desperdigadas a lo largo tanto de la costa occidental como de la oriental, aunque sólo algunas de ellas están habitadas. La mayoría son tierras de la casa Stark.

La Isla del Oso
La Isla del Oso se encuentra aproximadamente en el centro de la Bahía de Hielo. Esta extensión de pinos altos y rocas cubiertas de musgo está gobernada por la casa Mormont. Sus habitantes viven en las costas, donde trabajan como pescadores y se enfrentan a las heladas aguas para capturar alimento. El rey Rodrick Stark entregó la Isla del Oso a los Mormont después de ganarla en un combate cuerpo a cuerpo.

Skagos
Skagos es la isla más grande del grupo de rocas desoladas que se encuentra cerca de la costa en la Bahía de las Focas. De ella extraen su sustento varios clanes pequeños que, en teoría, han jurado lealtad a Invernalia y a la casa Stark, aunque la distancia y lo aislada que está la isla hace que, en la práctica, la mayoría de las veces se las tengan que arreglar solos.

Skane
Una de las islas menores de Skagos, se cree que ha permanecido abandonada desde de que los habitantes de Skagos cayeran sobre ella, matando y devorando a los hombres y secuestrando a las mujeres.

CAMINOS Y SENDEROS

Dado que el Norte está en su mayor parte sin cultivar, no hay muchas vías importantes.

El Camino Real
El Camino Real es la ruta terrestre más importante para ir al Norte, una antigua carretera que comienza en Desembarco del Rey y avanza hasta Castillo Negro, en el centro del Muro. A pesar de que atraviesa muchos pueblos y posadas a lo largo de su recorrido por el sur, todo cambia cuando llega al Cuello. Las fondas comienzan a estar más separadas, y la mayoría no están preparadas para dar cobijo a grandes grupos de viajeros. Tras pasar Invernalia, esta importante carretera se convierte en un sendero poco transitado a cuyos lados no hay nada salvo alguna granja dispersa.

MASAS FLUVIALES

Los ríos y los arroyos se entrecruzan en las tierras norteñas, desembocando en lagos de montaña o abriéndose paso hasta el mar.

Bahía Aguarresplandeciente
En el rincón más sur occidental, esta bahía se estrecha a medida que va hacia el interior. Su punto más corto se conoce como Lanza de Sal.

Bahía de Hielo
Se encuentra en la costa noroccidental de Poniente, limitando al norte con la Costa Helada y al sur con Punta Dragón Marino.

Bahía de las Focas
Está situada en la costa nororiental. Las islas de Skagos y Skane marcan el lugar donde la bahía se convierte en el Mar de los Escalofríos.

Cuchillo Blanco
El Cuchillo Blanco fluye desde Lago Largo en dirección sur, hasta encontrarse con otro río, para después descender de nuevo hasta desembocar en el Mordisco, en Puerto Blanco.

Lago Largo
Es uno de los cuatro grandes lagos que existen en el Norte. Cubre la superficie comprendida entre el Bosque de los Lobos, al oeste, y las Colinas Solitarias, al este.
Parte del caudal del Cuchillo Blanco proviene de este lago.

Mordisco
El Mordisco marca el límite austral del Norte, limita con el Cuello al oeste, con el mar Angosto al este, y con el Valle de Arryn al sur.

Rama Rota
El Rama Rota es otro río, en cuya desembocadura se encuentra Ramsgate.

Río de la Fiebre
El río de la Fiebre fluye desde Lanza de Sal hacia el Cuello, llegando casi hasta Foso Cailin.

Río de las Lágrimas
El río de las Lágrimas, al igual que el Cuchillo Blanco, nace en las Colinas Solitarias y desemboca en el mar Angosto. En su vega se encuentra Fuerte Terror, la residencia ancestral de la casa Bolton.

Río Último
Este río brota de las montañas occidentales, y recibe afluentes de los numerosos arroyos que corren por las tierras bajas orientales. Cruza el Camino Real, en dirección sureste, atravesando las Colinas Solitarias y desembocando finalmente en el mar Angosto. Es la última vía fluvial importante que uno cruza antes de llegar al Muro.

EN LA ACTUALIDAD...

Hoy en día, quince años después de la Guerra del Usurpador, nueve años tras la Rebelión de los Greyjoy, y doscientos ochenta y cuatro años desde el Desembarco de Aegon, parece que los Siete Reinos están en paz. En el Norte, los Stark poseen un amplio territorio, más grande que todos los demás reinos juntos. Por honor, Eddard Stark se casó con la prometida de su difunto hermano, Catelyn Tully, que le ha dado tres hijos, Robb, Bran y Rickon, así como dos hijas, Arya y Sansa. Para el asombro de Catelyn, sin embargo, Eddard ha permitido a su hijo bastardo, Jon Nieve, vivir en Invernalia como sirviente.

En el sur, el resto de tierras se mantienen en paz y prósperas en manos de los señores rebeldes y sus aliados. En otros lugares, Balon Greyjoy sigue conspirando para destronar al rey Robert, y los dornienses siguen viviendo a su manera, formando parte de los Siete Reinos tan sólo de palabra. Lord Tywin Lannister vive seguro en Roca Casterly, pero ha demostrado ser un maestro de la política y la estrategia. Pocos esperan que se quede al margen del Juego de Tronos.

Aparentemente todo está tranquilo. Pero se habla de los importantes cambios que están por venir. El rey Robert sigue con su vida de indulgencia hedonista, más gordo y amargado con cada año que pasa. Todos saben que su mujer, Cersei, lo desprecia y pasa más tiempo con su galante hermano Jaime Lannister que con su marido. Los hijos del Rey, los príncipes Joffrey y Tommen, y la princesa Myrcella, se parecen más a su rubia madre Lannister que a su oscuro padre Baratheon. En Rocadragón, Stannis Baratheon se tortura pensando por qué su hermano Renly parece tener el favor de Robert mientras él no.

Desde tierras lejanas llegan historias de sucesos extraños y augurios aterradores, si bien a menudo exagerados. El largo verano toca a su fin y con él, dicen los maestres, llegará un largo invierno cuya ferocidad será recordada. En el Norte hay rumores de gigantes y ominosos indicios de que los Otros han empezado a moverse de nuevo, sirviéndose de los muertos andantes, fríos como el hielo. Al otro lado del mar Angosto se susurra que el príncipe perdido Viserys está reclutando un ejército de feroces bárbaros con la intención de volver a Desembarco del Rey y tomar por la fuerza el Trono de Hierro.

Los adivinos y los sacerdotes de todos los credos anuncian que el verano ha llegado a su fin. Nadie sabe cómo afectará el inminente invierno a los Siete Reinos, pero todo parece estar preparado para un final sangriento, que volverá a traer la ruina a unas tierras de Poniente ya de por sí agotadas por las guerras.

LA REBELIÓN DE LOS GREYJOY

Como ya ocurriera a menudo en el pasado, el reinado de Robert Baratheon no estuvo a la altura de lo que prometía en un principio. Amargado por la muerte de Lyanna, consumido por su odio hacia los Targaryen y atrapado en un matrimonio de conveniencia por razones políticas, Robert dio la espalda al trono, dedicándose a la bebida, las prostitutas, la caza y el juego. Viendo la debilidad del Rey, el astuto lord Balon Greyjoy de Pyke se proclamó Rey de las Islas del Hierro y mandó a sus hermanos Victarion y Euron a quemar la flota de los Lannister, que se encontraba en aquel momento amarrada en el puerto de Lannisport. El triunfo de Balon duró poco, ya que su hijo Rodrik murió en los muros de Varamar, y su flota fue enviada al fondo del mar por las tropas de Stannis Baratheon y Paxter Redwyne.

El rey Robert y sus vasallos cayeron sobre Pyke con sus huestes, destruyendo los muros de la fortaleza y tomando la ciudad tras una feroz batalla. Después de que todos menos uno de sus hijos fueran asesinados, Balon se vio forzado a hincar la rodilla y reconocer a Robert como legítimo soberano. Su hijo Theon fue enviado como rehén a Invernalia, donde creció en compañía de lord Eddard Stark y sus hijos. Balon Greyjoy, a pesar de haber sido derrotado, nunca abandonó su deseo de ser Rey de las Islas del Hierro, y todavía busca la manera de satisfacer su ambición.

LA GUERRA DEL USURPADOR

La dinastía Targaryen se había ido debilitando tras generaciones de endogamia, al continuar con su tradición de casar a hermanos y hermanas. En aquellos días se decía que la mitad de los Targaryen nacían locos, y al final fue esa locura la que los destruyó.

Aerys II comenzó su mandato de forma optimista con su subida al trono en el año 262 DA. Hijo de Jaehaerys II, Aerys era amable con sus amigos, ilustrado en su gobierno, y ahorrador con las riquezas de sus dominios hasta el punto de que las arcas de los Siete Reinos rebosaban oro. Sin embargo, sufría ataques de locura y era totalmente brutal con sus enemigos, inmolándolos a menudo con fuego valyrio. A pesar de que el reino seguía siendo próspero y de que el Rey tenía en cuenta las sabias opiniones del Consejo (en especial la de su Mano, Tywin Lannister), sus ataques de locura se hicieron cada vez más frecuentes con la edad, hasta que todos se vieron forzados a reconocer que estaba al borde de la demencia.

Cuando se produjo su caída, ésta fue rápida, y fue Rhaegar, el hijo de Aerys, quien la desencadenó. Hacía tiempo que Rhaegar, el príncipe heredero, estaba enamorado de la bella Lyanna Stark, que estaba prometida con lord Robert Baratheon. En el año 282 DA, Rhaegar se fugó con ella, dando pie a que muchos, Robert el primero, afirmaran que la había secuestrado. Brandon, hermano de Lyanna, y algunos otros compañeros (su escudero Ethan Glover, Jeffory Mallister, Kyle Royce y Elbert Arryn, sobrino y heredero del señor del Nido de Águilas) cabalgaron hasta Desembarco del Rey para exigir su regreso. Pero la locura de Aerys dominó al Rey, y éste ordenó que apresaran a los jóvenes nobles acusándolos de traición. Después hizo llamar a los padres de los prisioneros, incluyendo al padre de Brandon, lord Rickard Stark.

Lord Stark, a su llegada a la Fortaleza Roja junto con los padres de los otros caballeros, exigió un juicio por combate. Perdida completamente la cordura, el rey Aerys eligió que el fuego fuese su campeón y asó a lord Stark en su propia armadura mientras su hijo miraba sin poder hacer nada. A Brandon Stark lo sentenciaron a la horca, donde murió con su espada a escasos centímetros. El resto de prisioneros fueron ejecutados sin ningún juicio. Después, el Rey Loco mandó emisarios al Nido de Águilas pidiendo a lord Jon Arryn que entregase las cabezas de Robert Baratheon y Eddard Stark. En lugar de obedecer, las tres casas convocaron a sus banderizos y se rebelaron. La guerra había tomado una vez más los Siete Reinos, y esta vez no acabaría hasta que no quedasen más que las cenizas de la dinastía de los Señores de los Dragones.

La disputa fue rápida y sangrienta, y su trágico final inevitable. Robert Baratheon obtuvo su primera victoria en la Batalla de Salaverano, pero su ofensiva fue frenada por Mace Tyrell en Vado Ceniza semanas más tarde. En una lucha feroz entre ambas casas, conocida como la Batalla de las Campanas, los ejércitos de Aerys fueron expulsados de la ciudad de Septo de Piedra por las fuerzas combinadas de las tres casas aliadas. Tras este enfrentamiento, Aerys se dio cuenta de que Robert Baratheon no era un simple bandido o un rebelde, sino una seria amenaza para su reino. Empezó entonces a acumular fuego valyrio alrededor de Desembarco del Rey, con la intención de quemar la ciudad y a todos sus habitantes antes que entregársela al Usurpador, y ordenó al príncipe Rhaegar que hiciese hincar la rodilla a los señores advenedizos.

Los ejércitos se encontraron donde el Camino Real cruza el río Tridente. Allí, la fatalidad cayó sobre los Targaryen cuando Robert Baratheon mató al príncipe Rhaegar en un combate mano a mano. Loco de rabia por el secuestro y la violación de su prometida Lyanna, Robert aplastó con su martillo la coraza tachonada de rubíes del Príncipe de un sólo golpe, y poco después el ejército leal se batía en desordenada retirada. Actualmente, se conoce ese lugar como Vado Rubí, y se dice que todavía pueden encontrarse allí las piedras preciosas de la armadura del príncipe asesinado.

Fue entonces cuando, por fin, con los ejércitos de Aerys en retirada y la derrota llamando a las puertas de la Fortaleza Roja, los Lannister que hasta ahora habían permanecido neutrales llegaron a Desembarco del Rey bajo el mando de lord Tywin Lannister. Tywin había sido tiempo atrás un buen amigo de Aerys y había servido como su Mano hasta que la locura de éste y los agrios desacuerdos entre ambos los separaron. Ahora parecía que había vuelto para salvar a su viejo amigo en esta hora de necesidad. Aerys abrió las puertas de la ciudad siguiendo el consejo del Gran Maestre Pycelle, y permitió la entrada del ejército de Lannister. Pronto se daría cuenta de su error, ya que enseguida se volvieron contra él y saquearon la ciudad.

Desesperado, Aerys ordenó a su Mano, el piromante lord Rossart, prender los almacenes de fuego valyrio y destruir a los Lannister junto con todo Desembarco del Rey. Más aún, ordenó al capitán de la Guardia Real, Jaime Lannister, hijo de Tywin, que asesinara a su padre. En vez de obedecer, Jaime mató a Rossart antes de que pudiera incendiar la ciudad, y después asesinó al Rey.

Sin embargo, Tywin no había acabado. Envió a sus caballeros Gregor Clegane y Amory Lorch a que mataran al resto de la familia real, exterminando así a los Targaryen de una vez por todas. El despiadado Gregor asesinó al infante Aegon, hijo de Rhaegar, y después violó y mató a la esposa de Rhaegar, la princesa Elia de Dorne. Amory encontró a la hija de Aegon, la princesa Rhaenys, agazapada bajo la cama de su padre, de donde la sacó a rastras, y la pasó por la espada.

Así fue como cayó la casa Targaryen, aunque la victoria de Tywin no fue completa. Rhaella, la embarazada hermana-esposa del Rey Loco logró escapar a Rocadragón con la ayuda del todavía leal ser Willem Darry, llevando con ella a su hijo pequeño Viserys. La última Targaryen, la princesa Daenerys, nació en Rocadragón pocos meses después. Rhaella murió durante el parto y ser Willem llevó a los dos niños a las Ciudades Libres donde, al llegar a la edad adulta, Viserys conspiraría para recobrar el trono. Rocadragón caía en manos de las tropas de Stannis Baratheon, pero era demasiado tarde para atrapar a los dos últimos Targaryen.

La guerra había acabado, y los Siete Reinos habían cambiado para siempre. Fue una victoria agridulce, ya que Lyanna Stark, cuyo supuesto rapto había desencadenado la guerra, murió en la Torre de la Alegría. Triste y amargado, Robert Baratheon subió al Trono de Hierro y tomó a la hija de Tywin, Cersei Lannister, por esposa. Los demás rebeldes recibieron su justa recompensa y parecía que los Siete Reinos habían encontrado finalmente la paz, habiéndose deshecho para siempre del azote de los Reyes Dragones.

LA ERA DE LOS DRAGONES

Cerca de un siglo antes de que la Condenación les sobreviniera, los valyrios tomaron el control de una pequeña isla situada en Poniente, en la desembocadura de la Bahía Aguasnegras. Los Targaryen, una familia noble de Valyria, gobernaba en la isla llamada Rocadragón, el reducto más occidental del Feudo Franco. Allí vivieron los Targaryen hasta que llegaron las noticias de que el Feudo había caído, dejándoles como los últimos gobernantes valyrios en el mundo.

Mientras los ándalos luchaban por dominar los Siete Reinos, los Targaryen permanecieron en su fortaleza con tropas suficientes como para mantenerse a salvo. Aun así, el astuto y ambicioso Aegon Targaryen comenzó a desear algo más que la simple seguridad. Con un ejército limitado y con su tierra natal desgarrada por las revueltas, Aegon y sus hermanas Visenya y Rhaenys, con las cuales se había casado siguiendo la tradición valyria, tuvieron que decidir entre volver a su tierra natal o dirigirse al oeste y derrocar a los Siete Reinos. Finalmente, optaron por esto último, dado que sus fuerzas eran poco numerosas y Poniente estaba más cerca. Aegon contaba con varias ventajas de cara a llevar a cabo sus propósitos, pues además de la magia y el acero valyrios, tenía algo que ningún otro gobernante de Poniente poseía: los tres últimos dragones.

Las Guerras de la Conquista

Un siglo después de la Condenación de Valyria, y trescientos años antes de nuestros días, los Targaryen desembarcaron en Poniente, encabezados por Aegon el Conquistador, sus hermanas Visenya y Rhaenys y sus dragones. Las criaturas recibieron los nombres de los antiguos dioses de Valyria: Balerion, el Terror Negro, cuyos dientes eran largos como espadas; y sus hermanas Meraxes y Vhaghar. Vhaghar, a pesar de ser la más pequeña de los tres, era lo suficientemente grande como para tragar a un hombre montado y su caballo.

La casa Hoare, gobernante de las Islas del Hierro y las Tierras de los Ríos, fue la primera en caer, con el rey Harren el Negro muriendo abrasado en su refugio de Harrenhal, bajo el fuego de los dragones. El Rey Tormenta, Argilac el Arrogante, pereció después a manos del hermanastro bastardo de Aegon, Orys Baratheon. El escenario estaba preparado para la gran batalla final de las Guerras de Conquista.

  • El Ejercito de los Dos Reyes
A pesar de sus éxitos, las constantes batallas debilitaban a los Targaryen y exigían demasiado de su ejército. Tan sólo diez mil hombres marcharon con Aegon y sus hermanas, la mayoría soldados y levas poco convencidas, reclutadas en las tierras conquistadas. Los reyes Loren Lannister de la Roca y Mern del Dominio decidieron que había llegado la hora de atacar, y sus ejércitos combinados, más de cincuenta mil soldados de infantería y cinco mil de caballería, cayeron sobre Aegon mientras éste avanzaba hacia el sur. En un principio parecía que la conquista Targaryen había llegado a su fin, pues la carga inicial de los dos reyes había diezmado sus huestes, que huían en desbandada.

Fue entonces cuando los tres dragones aparecieron en el campo de batalla, juntos por primera y última vez. Cuatro mil de sus enemigos, incluyendo al rey Mern, murieron abrasados en lo que se llamó la Llanura de Fuego, y el restó huyó. El rey Loren, dándose cuenta de que su causa estaba perdida, se rindió ante Aegon, quien le permitió gobernar como vasallo de los Targaryen. Aquel día murió la última esperanza de derrotar a los Señores de los Dragones. Poco después Aegon llegó a Antigua donde, aconsejado por el Gran Septón, lord Hightower abrió las puertas y dio la bienvenida al ejército Targaryen. Éste fue el primer año de la dinastía, y todas las fechas desde entonces se indican como “DA” o “tras el Desembarco de Aegon”.

Sin embargo, los Targaryen no triunfaron en todas partes. Al sur, los astutos dornienses evitaron la batalla, asaltando y acosando al ejército de los señores de los dragones allá por donde pasaban. Finalmente, Aegon se dio cuenta de que conquistar Dorne sería demasiado costoso y permitió al reino mantener su libertad.


  • La Creación de las Grandes Casas
Las casas nobles del Poniente actual se fundaron o recibieron su título de manos de Aegon durante las Guerras de Conquista o cuando éstas terminaron.

Las Islas del Hierro fueron entregadas a los Greyjoy, y las Tierras de los Ríos fueron para los Tully en agradecimiento a la ayuda que Vickon Greyjoy y Edwyn Tully prestaron a Aegon. Orys Baratheon, hermanastro de Aegon, recibió las tierras de Argilac el Arrogante, mientras que a Loren Lannister se le permitió mantener las propiedades familiares, incluida la fortaleza de Roca Casterly, cuando se rindió a los Señores de los Dragones tras la derrota del ejército de los dos reyes. Harlan Tyrell, mayordomo del rey Mern, rindió Alto Jardín, hogar del difunto monarca, y por ello le fueron entregadas las propiedades de Alto Jardín y del Dominio.

De los reinos del sur, sólo Dorne y el Norte permanecieron libres. Aun cuando Aegon había asegurado sus conquistas, parecía que se acercaba otra guerra, pues Torrhen Stark, Rey de Invernalia, avanzaba hacia el sur para luchar en el Forca Roja, al este de Aguasdulces. Sin embargo, finalmente, sobrecogido ante el poderío de los dragones de los Targaryen y el tamaño del ejército de Aegon, ya reforzado con las tropas de las tierras conquistadas, Stark eligió someterse, aceptando la autoridad del nuevo conquistador. A cambio de ello recibió el señorío del Norte. Y fue así como prácticamente todo Poniente fue unificado, aunque los dornienses todavía gobernaban en el sur. Las espadas de los enemigos de Aegon fueron fundidas, y forjadas de nuevo en forma de imponente asiento, conocido hoy en día como el Trono de Hierro.

La Fe Militante

A pesar de que Aegon, sus hermanas, y los dragones habían triunfado prácticamente en todas partes, no fue fácil mantener la corona Targaryen. Tras la muerte del rey en el 37 DA, la orden militar de los antiguos dioses, conocida como la Fe Militante, se levantó contra el legítimo sucesor, Aenys I. Abrumado y sobrepasado, Aenys encargó la tarea de acallar la rebelión a su hermano y heredero Maegor. Le llevó el resto de su mandato sofocar la revuelta, y lo hizo con tal virulencia que fue conocido desde entonces como Maegor el Cruel. A su muerte, cuando Jaehaerys I subió al trono en el 48 DA, la Fe Militante aceptó el perdón y la amnistía a cambió de disolver la orden y jurar lealtad a los Señores de los Dragones. Gracias a su piedad y diplomacia, Jaehaerys fue conocido como “El Conciliador”, y el reino permaneció en paz otros setenta años.

El Baile de los Dragones

La primera de las tres grandes guerras civiles que desgarraron el imperio de los Targaryen comenzó con la muerte del sabio rey Viserys I, en el 129 DA, al dejarle el trono a su hija Rhaenyra. El comandante de la Guardia Real de Viserys, ser Criston Cole, no soportaba la idea de ver a una mujer subir al trono y proclamó rey a Aegon, hijo del segundo matrimonio de Viserys. La guerra asoló la tierra al unirse todos los nobles a uno u otro bando. El hijo varón del difunto rey, proclamado Aegon II, parecía haber triunfado cuando su dragón mató a Rhaenyra, pero los seguidores de ésta continuaron luchando bajo el estandarte de su hijo, Aegon III. La mayor parte de los dragones de los Targaryen perecieron en el sangriento conflicto, el cual concluyó en el 131 DA con la muerte de Aegon II y la subida al poder de Aegon III.

El trauma de ver cómo su madre era devorada por el dragón de su tío resultó tan traumático para el nuevo rey que alcanzó la madurez con un terrible miedo a estas criaturas. Aunque la mayoría había perecido en la guerra, un puñado de ellos sobrevivió. Los dos últimos dragones nacieron en Rocadragón poco después de la guerra, pero eran débiles y deformes. Aegon se ganó el título de “Veneno de Dragón”, pues estas criaturas habían muerto bajo su reinado. El último dejó tras de sí una nidada de huevos, pero no eclosionaron, firmando el final de los dragones en el mundo (o eso creían los maestres) para siempre.

La Conquista de Dorne y la Rebelión Dorniense

Dorne había sido durante mucho tiempo una fuente de frustración para los Targaryen. Al ascender al trono en el 157 DA, el joven rey Daeron I marchó hacia el sur, entablando batalla con los dornienses y derrotándolos rápidamente. Daeron, hijo mayor de Aegon III, era un joven inteligente y de gran talento que dejó escritos sus logros en La conquista de Dorne, y lideró sus tropas con gran valentía, a pesar de contar con tan sólo catorce años al ascender al trono.

Se cuenta que la conquista de Dorne duró lo que un verano, y que el Joven Daeron utilizó diez mil hombres para tomar el territorio y perdió cincuenta mil intentando mantenerlo. Como ya sucediese anteriormente, los dornienses demostraron ser astutos y prácticamente imposibles de gobernar. La tarea de domesticar el pueblo rebelde le fue confiada al señor de Altojardín, quien pasó mucho tiempo persiguiendo a los esquivos habitantes, moviéndose de finca en finca y obligando a los señores locales a abandonar sus hogares. Una noche, al tirar del cordón para llamar a una criada, en vez de eso se abrió el dosel de la cama, derramando sobre su cabeza una lluvia de cientos de escorpiones rojos. Al oír las noticias de la muerte del Altojardín, los dornienses iniciaron una revuelta y, en quince días, expulsaron a los Targaryen y recobraron su libertad, que se mantendría hasta la unión de Dorne a los Siete Reinos por medio de un matrimonio, treinta y seis años más tarde.

A pesar de sus buenas cualidades, el mandato de Daeron I no fue largo; murió a los dieciocho años dejándole el trono a su hermano Baelor, quien pasó a la historia como Baelor el Santo. Cuenta la leyenda que salió ileso de un nido de víboras dorniense en el que había entrado para rescatar a Aemon, el Caballero Dragón, y después, firmó la paz con los dornienses. Baelor, también conocido como “El Amado”, era a pesar de su apodo un hombre severo e inflexible que se negaba a tocar a su hermana-esposa Daena, llegando incluso a encerrarla junto a sus dos hermanas en la Fortaleza Roja en Desembarco del Rey para no caer en la tentación. A pesar de estar encerrada en la Bóveda de las Doncellas, Daena consiguió yacer con su primo Aegon, dando a luz a un hijo bastardo que se llamaría Daemon Fuegoscuro.

Baelor dejó su marca en el reino debido a sus excentricidades. Uno de sus grandes logros fue la construcción del Gran Septo en Desembarco del Rey, más tarde conocido como el Gran Septo de Baelor. Murió en el año 171 DA, y fue sucedido por su tío, Viserys II, que gobernó solamente durante un año, dando paso a otro monarca que hizo algo más que compensar la austeridad del reinado de Baelor.

El rey Aegon IV, hijo mayor de Viserys II, fue conocido como “El Indigno”, debido a su vida disipada y a sus excesos. En su lecho de muerte, en el año 184 DA, proclamó legítimos a las docenas de hijos bastardos que había tenido con sus amantes, preparando el terreno para el inenarrable derramamiento de sangre que vendría a continuación. Conocidos como los Grandes Bastardos, incluyendo algunos como Daemon Fuegoscuro o Aegor Ríos “Aceroamargo”, tanto ellos como sus descendientes causarían problemas a los Siete Reinos durante cinco generaciones, hasta que el último de ellos muriera en la Guerra de los Reyes Nuevepeniques.

La Rebelión de los Fuegoscuro

En el año 184 DA, el hijo mayor de Aegon subió al trono como Daeron II. Es conocido por la historia como “el Bueno”, y su mandato comenzó bien, ya que consiguió anexionar de manera pacífica el problemático reino de Dorne, casándose con Myriah Martell e importando muchas de sus costumbres a la corte. Muchos se opusieron a esto, y empezaron a correr rumores de que Daeron ni siquiera era hijo de Aegon, sino que era el producto de una aventura entre la reina Naerys y el legendario Aemon, el Caballero Dragón. Habida cuenta de las numerosas infidelidades de Aegon, pocos habrían osado culpar a la reina por buscar consuelo fuera del matrimonio. Sin embargo, si el rumor era cierto, Daeron no tendría derecho a reclamar el trono y, por tanto, éste debería haber pasado a uno de los hijos legítimos de Aegon.

El cabecilla de los opositores era Daemon, que había sido armado caballero por su padre a los doce años y portaba la espada valyria Fuegoscuro. Conocido, según quién cuente la historia como Daemon Fuegoscuro, Daemon el Pretendiente, el Rey Portador de la Espada, o Daemon el Traidor, el joven príncipe se proclamó rey en el 195 DA, izando su propio estandarte, un dragón negro de tres cabezas sobre un campo rojo, es decir, los colores del escudo de armas tradicional Targaryen invertidos.

En la lucha del dragón rojo contra el dragón negro por el control de Poniente, se unieron a Fuegoscuro su medio hermano Aegor “Aceroamargo” Ríos, así como muchos otros grandes caballeros, como Robb Reyne, Byren Negro Flores, y ser Aubrey Ambrose. Se cuenta que cuando blandía a Fuegoscuro Daemon era invencible en la batalla, pero su fin llegó, como llega a todos los hombres, cuando el príncipe Maekar, hijo de Daeron, y lord Hayford libraron batalla contra él en el campo de Hierbarroja. Al principio todo iba bien para el pretendiente; Hayford había muerto y Fuegoscuro luchaba cara a cara contra ser Gwayne Corbray de la Guardia Real. Cuando por fin parecía que el dragón negro estaba a un paso de la victoria, un segundo ejército leal comandado por el príncipe Baelor llegó, y sorprendió a los rebeldes por la retaguardia, en una maniobra conocida como “yunque y martillo”. Desde allí, Brynden Ríos, conocido como el Cuervo de Sangre, otro de los hijos de Aegon que se había mantenido fiel a Daeron, ordenó a sus arqueros que lanzaran una lluvia de flechas contra el ejército del pretendiente. Fuegoscuro cayó bajo uno de los proyectiles del propio Cuervo de Sangre, y las huestes del dragón negro huyeron en desbandada.

Aceroamargo volvió a reunir a los desmoralizados rebeldes y lideró la carga contra los arqueros, cobrándose uno de los ojos de Cuervo de Sangre en el intento, pero finalmente sus esfuerzos fueron inútiles. Los lanceros dornienses de Baelor rodearon y acabaron con los rebeldes, si bien Aceroamargo pudo huir a las Ciudades Libres llevándose con él la espada Fuegoscuro.

Raymun Barbarroja

Los salvajes del lejano Norte han intentado doblegar el poderío de la Guardia de la Noche y del Muro en numerosas ocasiones a lo largo de los años. Pero las amenazas del Norte parecían menos apremiantes con los largos veranos y la prosperidad del sur, y así comenzó el declive de este cuerpo. En el año 184 DA, el salvaje Rey-más-allá-del-Muro Raymun Barbarroja se aprovechó de la laxitud de los soldados e hizo trepar a sus hombres por el Muro, evitando a los hermanos negros y dirigiendo su horda hacia el sur. Eludida y humillada, la Guardia de la Noche desempeñó un papel insignificante en la batalla subsiguiente, en la que lord Willam Stark y Harmond Umber de Último Hogar salieron al encuentro de los salvajes de Raymun y los aplastaron, al norte de Lago Largo. El valiente lord Willam pereció en la batalla y fue sucedido por su hijo. Apenado y disgustado con la Guardia y con el Lord Comandante (que pasó a la historia como Jack el Dormilón), ordenó a los hermanos negros enterrar a los salvajes muertos mientras él lloraba su pérdida.

La Guerra de los Reyes Nuevepeniques

No fue hasta doscientos sesenta años después del desembarco de Aegon que los Siete Reinos se vieron finalmente libres de los descendientes de Fuegoscuro. Maelys Fuegoscuro, llamado “el Monstruoso” por la presunta segunda cabeza que le crecía del cuello (resultado, dicen los rumores, de haber devorado a su propio hermano en el útero), reunió un grupo de mercenarios, piratas, mercaderes y aventureros conocidos como la Banda de los Nueve, y se lanzó a conquistar Poniente. La banda tuvo algunos éxitos al principio, tomando Tyrosh y construyendo bases a lo largo de Peldaños de Piedra, los restos del antiguo Brazo de Dorne. Los Targaryen, sin embargo, se enfrentaron a esta amenaza de manera contundente y, liderados por ser Barristan Selmy, derrotaron a los conspiradores en los mismos Peldaños de Piedra. Maelys cayó bajo la espada de Barristan, y uno de los conspiradores, Alequo Adarys Lengua Dorada, se escapó a Tyrosh donde vivió hasta su muerte seis años más tarde. La banda se disolvió y, una vez más, el Trono de Hierro permaneció a salvo en manos de los Señores de los Dragones. Pero el sangriento final de la dinastía Targaryen no iba a demorarse mucho.

LA INVASIÓN ÁNDALA












Tras la Guerra por el Amanecer, los primeros hombres y los hijos del bosque disfrutaron de un periodo de paz. Fue durante esos años cuando los hijos del bosque comenzaron a retirarse poco a poco de las tierras de los hombres, yendo a vivir a lo más profundo de los bosques o incluso más allá del Muro. La paz no iba a durar siempre: casi dos mil años después de la victoria sobre los Otros, un nuevo invasor arribó a las costas de Poniente. Los ándalos desembarcaron en las tierras que un día se convertirían en el Valle de Arryn, y barrieron los Siete Reinos, tal y como los primeros hombres ya habían hecho miles de años antes. Cabalgando a lomos de caballos entrenados en la batalla, blandiendo armas de acero, y empujados por su fervor religioso, los invasores ándalos eran demasiado fuertes para que los primeros hombres pudieran hacerles frente, de modo que, al igual que los hijos del bosque antes que ellos, cayeron a manos de los invasores.

Estos nuevos hombres vinieron del continente oriental, un lugar llamado las Colinas de Ándalos. Allí, habían recibido la visita de siete seres sagrados, que se cree eran siete aspectos de una única deidad suprema. El culto de los siete fue tomando forma hasta que acabó convirtiéndose en la Fe de los Siete. Ya fuese por orden divina, por huir de alguna amenaza, o simplemente motivados por la sed de conquista, los ándalos llegaron y conquistaron.

Bajo el estandarte de la estrella de siete puntas de sus nuevos dioses, expulsaron a los primeros hombres, destruyeron los arcianos, y asesinaron a los hijos del bosque dondequiera que los encontrasen. Uno tras otro, los Siete Reinos fueron cayendo hasta que tan sólo quedó el Norte, gracias a la resistencia del Foso Cailin y a sus valientes guerreros. A pesar de que el Norte seguía siendo seguro, las victorias en el sur marcaron el fin del Pacto. Los hijos del bosque que quedaban fueron aniquilados o expulsados, o simplemente decidieron abandonar Poniente.

La Reconstrucción de los Siete Reinos

Tras sus victorias como invasores, los ándalos levantaron seis poderosos reinos. Éstos, junto con el antiguo reino de los primeros hombres, se convirtieron, de hecho, en los Siete Reinos. El reino del Norte siguió aferrado a las creencias de los antiguos dioses, mientras que el reino de las Islas del Hierro, a pesar de haber sido derrotado, mantuvo las Antiguas Costumbres adorando al Dios Ahogado. El reino del Valle y el Cielo vio nacer al linaje de ándalos más antiguo y puro, la casa Arryn. Los antiguos dominios de los primeros hombres dieron paso al reino de la Roca, al de los Reyes Tormenta y al del Dominio. El antiguo reino de las Tierras de los Ríos, que había estado gobernado por los Reyes de los Ríos y las Colinas, se convirtió en un sangriento campo de batalla en el que los hombres del Hierro, los primeros hombres, y los ándalos, luchaban por controlar las tierras. Por último, en el lejano sur, en Dorne, surgió una confederación de principados que, consumida por sus propias luchas intestinas por el poder, se mantuvo al margen de los conflictos de los Siete Reinos.

Más allá de los Siete Reinos


Mientras Poniente sufría aplastado por los conflictos, en el este surgía una nueva potencia: el Feudo Franco de Valyria. Los valyrios, antaño raza de humildes pastores, consiguieron la supremacía cuando amaestraron a los dragones de la región volcánica conocida como los Catorce Fuegos, creando un poderoso imperio en el que la magia florecía, las torres ascendían interminables hacia el cielo donde los dragones volaban, las esfinges de piedra oteaban desde las alturas con sus ojos de granate, y los herreros forjaban espadas con una resistencia y un filo legendarios. A pesar de encontrarse lejos de Poniente, la historia y el destino final de Valyria estaban irrevocablemente unidos a los de los Siete Reinos, y aún hoy resuenan los ecos de la caída de Valyria.

  • La Conquista del Viejo Ghis

Viejo Ghis era el mayor imperio del continente oriental, y sus soberanos, avariciosos conquistadores, siempre buscaban añadir más tierras a sus dominios. Con el tiempo, Ghis dirigió su mirada hambrienta hacia el Feudo Franco de Valyria. Por cinco veces las tropas ghiscari avanzaron sobre el Feudo Franco, y por cinco veces fueron derrotadas. Finalmente, la ambición ghiscari acabó siendo su perdición, cuando el Feudo Franco contraatacó destruyendo Viejo Ghis por completo, matando a sus habitantes, derribando hasta la última piedra de sus ciudades, derruyendo sus murallas y sembrando la tierra con sal. De Viejo Ghis sólo sobrevivieron las ciudades de Bahía de los Esclavos, habitadas por una raza mestiza descendiente de la gente de Viejo Ghis y de sus conquistadores.

La Guerra contra Rhoyne

En Poniente, los ándalos construyeron ciudades y fundaron nuevos reinos sobre las ruinas de los anteriores. Mientras Valyria y Viejo Ghis se enfrentaban en una lucha a muerte al otro lado del mar, los ándalos consolidaban su poder, erigiendo templos para los Siete y transformando los reinos del sur en lo que ellos consideraban civilización. Las viejas tradiciones perduraban todavía en el Norte, pero la paz que existía entre los Reyes del Invierno de los primeros hombres y los ándalos era precaria. Un armisticio que volvería a estallar en pedazos, debido esta vez a un peligro aún mayor que arribaría a las costas de Poniente durante los años venideros. 

Valyria encontró más enemigos tras la destrucción de Viejo Ghis, como los rhoynar, que también fueron vencidos. Nymeria, la reina guerrera de los rhoynar, llevó a su pueblo en diez mil barcos, buscando refugio en Dorne. Allí, formó una alianza casándose con lord Mors Martell, unificando los principados de una vez por todas. Así fue como se estableció la casa Martell, que todavía gobierna Dorne desde Lanza del Sol.

La Condenación de Valyria

En el este, más allá del mar Angosto, el Feudo Franco de Valyria gobernaba sin oposición. Sus ciudades abundaban en maravillas, sus hechiceros lanzaban poderosos conjuros y sus universidades poseían el conocimiento de mil reinos. Los barcos valyrios surcaban los mares mientras los dragones dominaban los cielos y mantenían el reino a salvo de invasiones. Pero, a pesar de haber conocido la mayor de las glorias, su caída se acercaba.

Nadie sabe qué desastre asoló Valyria, pero la destrucción del reino fue completa. Muchas historias afirman que la región fue destruida por una erupción volcánica, quizás de los Catorce Fuegos, las montañas donde los dragones habían sido vistos por primera vez. La península valyria fue devastada y el Feudo Franco destruido. Sólo quedaron unas humeantes ruinas habitadas por fantasmas del pasado. Con la caída de Valyria, el imperio se desmoronó y las colonias y ciudades sometidas se independizaron, sobreviviendo hasta nuestros días como las ciudades de Bahía de los Esclavos y las Ciudades Libres del mar Angosto entre otras. En las vastas praderas del continente oriental, las tribus nómadas, con el salvaje Dothraki como jefe, comenzaron a cobrar importancia. El poder valyrio quedó completamente destruido en todas partes. En todas menos en Poniente, donde un último vestigio del Feudo Franco sobrevivió.

LA EDAD DE LOS HÉROES

El Pacto se mantuvo durante casi cuatro mil años y, durante ese tiempo, la relación entre los hijos del bosque y los primeros hombres se fue estrechando cada vez más. Con el paso de los años, los primeros hombres dejaron de lado su cultura y creencias para abrazar las de los hijos del bosque. A excepción del Dios Ahogado de las Islas del Hierro, los dioses de los hijos se convirtieron en los de los primeros hombres, con lo que surgió una profunda veneración por la naturaleza. Los hijos del bosque vivían como lo habían venido haciendo hasta entonces, mientras que en los dominios de los primeros hombres se fundaban grandes ciudades y se creaban y destruían poderosos reinos.

Los Héroes de la Época

La Edad de los Héroes recibe su nombre de los grandes hombres y mujeres que vivieron en los años de paz tras el Pacto. Además de la gran cantidad de historias, canciones y leyendas que circulan sobre esta época, los maestres señalan este momento como el principio de los Siete Reinos. Los Héroes de la época más importantes fueron: Bran el Constructor, Garth Manoverde, el rey Durran, Lann el Astuto y el Rey Gris. Garth Manoverde fundó la casa Gardener del Dominio, de la cual surgirían muchas otras familias y linajes. Durran, el primero de los Reyes Tormenta, construyó el Bastión de Tormentas para aplacar la ira de los dioses, que él mismo había provocado al desposar a Elenei, la hija de estos, y cuentan que el Rey Gris de las Islas del Hierro se casó con una sirena, convirtiéndose en monarca de las islas occidentales y de todo el mar más allá. Aunque fue mucho lo que se consiguió durante esta era, hubo que pagar un precio.

La Larga Noche y La Guerra por el Amanecer


                                                                       

A mediados de la Edad de los Héroes llegó el invierno más largo y oscuro. El sol se puso y no volvió a salir durante una generación. El hielo se extendió hacia el sur, trayendo consigo monstruosos seres que daban caza tanto a los primeros hombres como a los hijos del bosque. Mamuts, gigantes, lobos y huargos se contaban entre estos horrores, pero nada era comparable a los seres demoníacos conocidos como los Otros, un misterioso pueblo que buscaba purgar Poniente de la plaga de la humanidad, lo que les convertía en unos asesinos sin piedad.

La Larga Noche continuó mientras los Otros avanzaban, matando y reanimando a los muertos para que fueran sus siervos en la no vida. Pero en la hora más oscura surgió un héroe que unió los ejércitos de primeros hombres y los hijos del bosque, y fue así como los pueblos de Poniente rechazaron a los Otros, forzándoles a volver a las heladas tierras del lejano Norte.

El Muro

Cuentan las leyendas que una vez que los Otros fueron derrotados, Bran el Constructor, ayudado por los gigantes, los primeros hombres, y puede que también por los hijos del bosque, levantó el Muro: una imponente barrera de hielo que atraviesa Poniente de un lado a otro, y que protege las tierras sureñas del antiguo mal del Norte. El Muro, a pesar de estar encantado con magia antigua y ser la más alta de las estructuras nunca construidas, necesitaba hombres que cuidasen de él, vigilando desde sus almenas y protegiendo el sur. Fue entonces cuando se formó la Orden de la Guardia de la Noche. Los hombres que la compusieran abandonarían a los suyos, sus esperanzas de tener descendencia, y sus alianzas con los reyes de sus tierras. Juraban proteger el Muro y, con ello, a toda la humanidad, permaneciendo alerta contra los horrores que pudieran surgir de la noche. En sus comienzos, la Guardia de la Noche era una institución valerosa, un ejército de nobles guerreros que realizaban el mayor sacrificio para proteger al mundo.


El Rey de la Noche

Poco tiempo después de que se terminara el Muro, el décimo tercer Lord Comandante de la Guardia de la Noche se entregó a la oscuridad y se convirtió en un temido horror en el Norte. Cuenta la leyenda que tomó por esposa a una extraña y pálida mujer, que se creía era una no muerta. Tras esta impía unión, se proclamó a sí mismo rey, gobernando el Fuerte de la Noche como si de su castillo se tratara. Durante los oscuros años de su reinado se cometieron horribles atrocidades, sobre las que todavía hoy se cuentan historias en el Norte. Todo acabó cuando Joramun tocó el Cuerno de la Noche despertando a los gigantes de la tierra, se unió al Rey del Norte, y el oscuro monarca y su temible esposa fueron abatidos y destruidos.

    

LA ERA DEL AMANECER

Al igual que muchos otros aspectos de la historia de Poniente, hay bastante controversia respecto a la verdadera antigüedad del mundo. Los maestres afirman que tiene entre cuarenta mil y quinientos mil años. Es un cálculo bastante impreciso, pero el problema radica en que los documentos que se conservan de esa época son incompletos, cuentan historias contradictorias sobre personajes míticos, y suelen tener una naturaleza mágica. De hecho, muchos relatos dan a entender que hubo reyes y héroes que vivieron durante siglos, mientras que otras historias atribuyen hazañas increíbles a personajes que todavía no habían nacido. Independientemente de que no se pueda fechar con exactitud, sabemos que fue una época de magia portentosa, héroes valientes, y proezas increíbles. Pero, a pesar de todo este esplendor, también fue una época marcada por la guerra y el derramamiento de sangre.

Los Hijos del Bosque

Antes de la llegada del hombre, Poniente era el hogar de los hijos del bosque, un pueblo curioso a la par que misterioso que aún hoy en día es recordado por sus habilidades mágicas y sus extrañas costumbres. Las leyendas dicen que los hijos del bosque eran una raza diminuta, un pueblo que habitaba en cuevas, lagos y en lugares ocultos en los árboles. Eran hermosos y de piel oscura y doraban a los dioses de la naturaleza: los espíritus de los ríos, de los árboles, de las rocas y del viento. A diferencia de los hombres que llegarían después, los hijos del bosque no forjaban metal ni tejían vestidos; en vez de eso, fabricaban sus utensilios con piedra y confeccionaban su ropa con hojas y cortezas. Era un pueblo que estaba en profunda comunión con la tierra.

Las historias más antiguas cuentan que los hijos del bosque poseían poderes sobrenaturales, tales como las habilidades de volar como los pájaros o nadar como los peces. Podían proyectar su mente en la de los animales, utilizándolos como una segunda piel, y sus sueños estaban poblados de visiones y presagios del futuro.

Tuvieron tanta influencia sobre el mundo que muchas de sus obras perduran hoy en día, si bien son más abundantes en el norte que en el sur. Los arcianos blancoves muestran caras talladas en su corteza, caras que, se dice, permiten a los antiguos dioses observar el mundo de los hombres y velar por sus seguidores. Sin embargo no sólo se conservan sus obras; muchas de las costumbres del Norte, e incluso algunas extendidas por todo Poniente, tienen su origen en la lógica y las creencias de los hijos del bosque. Los lacustres del Cuello, por ejemplo, tienen una altura y unas creencias muy similares a las suyas, mientras que la Orden de los Hombres Verdes todavía guarda los antiguos pactos entre los primeros hombres y los hijos del bosque, firmados para cesar las hostilidades y alcanzar la paz. Aunque se cree que los hijos del bosque se han extinguido, algunos juran que este pueblo perdido sigue viviendo lejos de las tierras de los hombres, escondido en lugares tranquilos como los bosques vírgenes más allá del Muro, o el inexplorado Bosque de los Lobos en el Norte.

Los Primeros Hombres

Tan sólo podemos especular sobre cuánto tiempo habitaron los hijos del bosque las tierras que un día se convertirían en los Siete Reinos, antes de que entraran en contacto con los primeros hombres. Pero este encuentro cambiaría el curso de la historia y sentaría las bases de las penurias que estaban por llegar. Es posible que los hijos del bosque previeran la llegada de las hordas bárbaras gracias a sus sueños proféticos. Pero, si así fue, parece que no les sirvió para detener la invasión, pues cuando los primeros hombres aparecieron, trajeron consigo la violencia, la guerra y la muerte. Los primeros hombres llegaron a las tierras de Poniente hace unos doce mil años, cruzando el Brazo de Dorne, un istmo que quedaría destruido en la posterior guerra. Aparecieron a lomos de caballos, esgrimiendo armas de bronce y escudos de cuero curtido. Arrasaron las tierras, talando árboles y limpiando el terreno, para construir granjas, pueblos y templos dedicados a sus extraños dioses y sus violentas creencias. Al principio, los hijos del bosque, tan atemorizados de los caballos como lo estaban los primeros hombres de las caras de los árboles, se escondieron en la espesura del follaje. Los invasores eran un pueblo guerrero que no conocía el poder antiguo de esta tierra por lo que, además de construir torreones y talar los bosques para edificar granjas, cortaron las caras del bosque y destruyeron el equilibrio de la naturaleza salvaje. Esto fue suficiente para que los hijos del bosque vencieran su miedo y se lanzaran a la guerra.

Las Guerras de la Era del Amanecer


Espoleados por la rabia de ver a los primeros hombres destruir su tierra, los hijos del bosque olvidaron la paz y tomaron las armas, hostigando a sus enemigos con trampas voladoras y flechas disparadas con arcos de madera de arciano. Los místicos y hechiceros de los verdevidentes usaron magia negra para hacer subir los mares y anegar la tierra, destruyendo el Brazo de Dorne y dando lugar a los Peldaños de Piedra existentes hoy en día. A pesar de esta gran devastación, ya era demasiado tarde: los primeros hombres habían venido para quedarse.

Se cree que las guerras se prolongaron durante casi dos mil años y, aunque los hijos del bosque luchaban ferozmente con sus hojas y puntas de flecha de obsidiana, no tenían ninguna oportunidad contra unos hombres más grandes y fuertes que ellos que blandían armas de bronce. Finalmente, cuando la tierra se empapó de la sangre de los caídos y eran más los muertos que los vivos, los líderes y héroes de los primeros hombres se reunieron con los verdevidentes y los danzarines de los bosques en una boscosa isla situada en un gran lago llamado Ojo de los Dioses, en el centro de Poniente. Allí se acordó que los primeros hombres ocuparían las tierras costeras, las praderas, los pantanos y las montañas; mientras que los hijos podrían vivir en sus bosques libremente y sin ser molestados para siempre. Los primeros hombres prometieron no volver a talar los arcianos y dejar a los hijos del bosque en paz. Para asegurarse de que los dioses velaban por el cumplimiento de la tregua, los hijos tallaron caras en todos los arcianos. Se fundó entonces la Orden Sagrada de los Hombres Verdes, para vigilar la Isla de los Rostros y asegurar que el Pacto se mantuviera para siempre.

MÁS ALLÁ DEL MURO



Las tierras del Lejano Norte, más allá del Muro, son lugar de mitos, leyendas y temores. Los sureños cuentan historias sobre “snarks y grumkins”, gigantes y fantasmas merodeando la Costa Helada, en el Bosque Encantado, o en lo alto de Colmillos Helados, y alguna de estas historias todavía contiene algo de verdad. Aquí viven los salvajes o pueblo libre, tribus independientes de nómadas, y por aquí también vagan los últimos gigantes, criaturas enormes que cabalgan a lomos de peludos mamuts. En la actualidad, estos bárbaros suponen la amenaza más peligrosa para el sur, si bien, en el pasado, fue la misteriosa raza llamada los Otros la que descendió siguiendo los vientos del invierno y amenazó a todos y a todo con su terrible toque gélido.


----------------------------------------------------------------------------

   
                                                                                                                   
----------------------------------------------------------------------------

Cultura y Sociedad en El Dominio

El pueblo llano actúa según manden los señores, los caballeros lo hacen por honor o por dinero, y todos sirven al Trono de Hierro, pero los maestres, o “caballeros de la mente”, como se los llama a veces, no sirven a ningún hombre ni mujer; sino al Reino en sí, y luchan por asegurarse de que no cae en el caos, viviendo con las casas nobles en sus castillos y estando siempre dispuestos a ofrecer sus conocimientos.

Estos estudiosos adquieren sus conocimientos en la Ciudadela de Antigua. Cualquier hombre que desee unirse a sus filas es bienvenido, así que no hay requisitos de ningún tipo, aparte del deseo de llevar a cabo los estudios necesarios y hacerlo dentro de los confines de su centro de estudios. Sin embargo, a los estudiantes no se les paga, así que, en la práctica, el acceso está limitado a los hijos de la nobleza y los plebeyos ricos. Para convertirse en un miembro de la orden, los noviciosasisten a clases sobre varias materias, impartidas por un archimaestre. Una vez que el alumno se considera lo suficientemente instruido en un área de estudio en particular, se presenta ante el correspondiente experto en el tema y responde a sus preguntas. Si demuestra que posee el conocimiento suficiente, se le entrega el eslabón de metal y se lo asciende a acólito. Aunque el proceso pueda parecer simple, estudiar una asignatura y saber lo necesario como para responder preguntas, es mucho más difícil de lo que parece. Normalmente, novicios y acólitos estudian durante un año antes de intentar conseguir el eslabón, aunque tampoco es raro que algunos adquieran más de uno en ese tiempo. No hay ningún castigo por no pasar el interrogatorio, aparte de ser consciente del fracaso en sí. La vergüenza que eso supone puede ser muy difícil de sobrellevar para algunos alumnos, que pueden llegar a esperar años antes de volver a intentarlo.

Una vez que un estudioso dispone de suficientes eslabones para unirlos en una cadena que se pueda poner al cuello, está listo para llevar a cabo los últimos pasos que le llevarán a convertirse en maestre. Uno de estos es una lección que se imparte en forma de vigilia: el candidato debe permanecer durante una noche en una mazmorra con una vela de obsidiana para iluminar la oscuridad. El hecho de que ese material no arda complica las cosas, y los bordes están tan afilados que muchos acólitos se cortan las manos intentando encenderla. Se supone que la vela simboliza la verdad y el aprendizaje, y se espera que los maestres extiendan la luz de su educación sobre aquellos que lo piden, pero que lo hagan con cuidado, ya que el conocimiento es un arma peligrosa. La experiencia también tiene que enseñar humildad, porque incluso con todo lo que ha aprendido, el individuo debe reconocer que aún hay cosas que no sabe.

El último acto que debe realizar un acólito es pronunciar los votos que le unen para siempre a la orden. Un maestre renuncia al nombre de su familia y a cualquier derecho que pudiera tener a las tierras o riquezas de ésta. Lo que es más, un maestre accede a servir en el lugar al que haya sido asignado hasta la muerte. No puede tener hijos, ha hecho un voto de celibato, y muchos ni siquiera se quitan la cadena una vez ha sido forjada.

Algunos estudiantes nunca consiguen la cadena de maestre. La Ciudadela normalmente les permite a estos eternos candidatos arreglárselas por su cuenta, ya que algunos se marchan para llevar a cabo otras actividades. Si un acólito fallido ha aprendido lo suficiente sobre las artes de la curación, puede servir en un pueblo como barbero cirujano. Es posible ser expulsado del centro y de la propia orden, normalmente a consecuencia de perseguir conocimientos prohibidos, en áreas como la necromancia, o por romper los votos una vez se han hecho.

Archimaestres de la Ciudadela

Un maestre que ha demostrado un conocimiento superior en uno de los campos de la Ciudadela puede recibir el rango de archimaestre, con lo que se le entregará una vara, un anillo, y una máscara del metal que representa su ámbito de estudio. Estos se utilizan cuando los sabios conceden audiencias formales, así que alguien que se ha ganado esos tres símbolos de conocimiento dirá que “ocupa el lugar bajo la máscara”.

Además de dar clases y examinar a los acólitos, los archimaestres se reúnen en un grupo conocido como el Cónclave. Se celebra en secreto, a puerta cerrada, y se usa para tomar decisiones sobre acontecimientos importantes que afectan al reino. Este grupo decide cuál de los maestres disponibles de la Ciudadela tiene que ir a una fortaleza en la que necesiten uno, quién de entre ellos servirá como senescal el siguiente año, cuándo mandar los cuervos blancos a las casas para informar del cambio de estación, y cuándo alertar al reino de peligros inminentes. El Cónclave también determina cuál de los maestres será ascendido a Gran maestre, tras lo cual se le envía a Desembarco del Rey para aconsejar al Trono de Hierro. Aunque se supone que sus miembros han de ser imparciales en estos asuntos, tomando sus decisiones basándose en la habilidad y no en la herencia, esto no siempre es así.

Los que actualmente ostentan este cargo en la Ciudadela, y las áreas de conocimiento que dominan, son los que enumeramos a continuación:

  • Archimaestre Ebrose. Destinatario del anillo, vara y máscara de plata. El eslabón argentino representa el conocimiento de la medicina y la curación. Como no es de extrañar, Ebrose también sirve como sanador jefe de la Ciudadela.
  • Archimaestre Marwyn. Marwyn consiguió el anillo, vara y máscara de acero valyrio. Este metal representa la sabiduría sobre “los misterios superiores”, a menudo considerados como magia. Conseguir un anillo este acero es muy poco común, y tan sólo un maestre de cada cien tiene uno. Marwyn pasó ocho años profundizando en sus estudios en las tierras orientales, y le llamaron “Marwyn el Mago” cuando volvió.
  • Archimaestre Norren. Norren ocupa el lugar bajo la máscara de oro blanco.
  • Archimaestre Perestan. Perestan ocupa el lugar bajo la máscara de cobre. El eslabón de este material representa el saber sobre la historia, por lo que este hombre también sirve como historiador de la Ciudadela.
  • Archimaestre Ryam. El oro amarillo representa el conocimiento en los campos del dinero y la contabilidad, y es el archimaestre Ryam quien ocupa el lugar bajo esta máscara.
  • Archimaestre Theobald. Theobald ocupa el lugar bajo la máscara de plomo.
  • Archimaestre Vaellyn. Vaellyn ocupa el lugar bajo la máscara de bronce. Esta aleación representa el conocimiento sobre la astronomía, así que Vaellyn también sirve como el astrólogo de la Ciudadela. Se ha ganado el nombre de Vinagre, por su ácida personalidad.
  • Archimaestre Walgrave. Ocupa el lugar bajo la máscara de hierro negro, y su eslabón es el de la cría de cuervos. Walgrave es responsable del bienestar de los habitantes de la colonia de estos pájaros. Su mente se ha ido debilitando con el tiempo, así que aunque conserva el título, es el maestre Gormon quien a menudo ocupa su lugar bajo la máscara.
  • Otros Personajes. Además de estos, hay otros muchos archimaestres que residen aquí, incluyendo a Gallard, Castos, Zarabelo, Benedict, Garizon, Nymos, Cetheres, Willifer, Mollos, Harodon, Guyne, Agrivane y Ocley.
 

Eucliwood hellscythe Theme | Copyright © 2012 Canción de Hielo y Fuego- El Blog de Poniente, All Rights Reserved. Design by Djogzs, | Johanes djogan